miércoles, 9 de abril de 2008

Jesús, pan de vida

Juan 6, 35-40. Pascua. ¡Con cuánto fervor debemos participar en la Eucaristía!


Juan 6, 35-40


En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.


Reflexión


Este texto de Juan es sin duda un discurso sobre la Eucaristía. El autor hace un paragón con el pan que comían los hijos de Israel en el desierto, cuando salieron de Egipto. El mensaje central es que Jesús es el pan de la vida, para tener la vida eterna debemos comer este pan. Vida y comida son dos cosas que van unidas. Quien cree en Jesús tendrá el pan de la vida y la vida eterna. Este texto refuerza nuestra fe en la eucaristía. Cada vez que nos acercamos a la mesa del Señor, debemos renovar en nosotros mismos la conciencia de recibir el pan que nos da la vida. ¡Con cuánto fervor debemos celebrar o participar en la Eucaristía!

Pero no nos debemos escandalizar si alguna vez parece que nuestra fe no penetra más en el misterio de la Eucaristía. La misma dificultad han tenido aquellos que escucharon el discurso de Jesús en Cafarnaúm. Si nuestra fe parece débil, no debemos desesperar o desanimarnos; más bien debemos repetir como San Pedro: ¿Señor, a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos creído que Tú eres el Hijo de Dios (Jn 6, 68-69)

Autor: Omar López | Fuente: Catholic.net