jueves, 10 de julio de 2008

Instrucciones a los doce

Mateo 10, 7-15. Tiempo Ordinario. Vivir con generosidad sabiendo que Cristo está siempre con nosotros.

Mateo 10, 7-15 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles: Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que de deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquel pueblo.

Reflexión

Por el hecho de que fuimos bautizados tenemos una gran responsabilidad como cristianos de extender el cristianismo a todas las gentes. Cristo mismo lo dice en este pasaje del Evangelio. Pero, ¿es que acaso Cristo no está diciendo esto a sus discípulos? ¿Cómo es que estamos comprometidos en esto si no fuimos nombrados discípulos, y ni siquiera apóstoles? Sí, Jesús le habla a sus discípulos. Y nosotros estamos comprometidos en esto por el bautismo que hemos recibido. Y el Sacramento nos convierte en discípulos. ¿Qué es un discípulo? Es un seguidor de un maestro. Cristo es El Maestro y el cristiano es seguidor de Cristo. Por tanto, como cristianos que somos tenemos que hacer lo que El Maestro nos pide. No se necesita ser religioso o sacerdote o monja para hacer lo que Cristo pide. Basta con anunciar Su Palabra en nuestro entorno de cada día: dar testimonio de cristiandad cumpliendo en el trabajo, donarse como Cristo a los demás arreglando la casa, ofrecer algo que cueste por amor a Cristo a favor de otra persona, etc. Hay muchas maneras de vivir el cristianismo en la vida cotidiana. Ahora, a nosotros no nos acompañarán los milagros que menciona Cristo. Tal vez sí, porque existen. Pero los milagros que nos acompañarán serán de otro género, es decir, la conversión de los corazones de la gente que nos encuentre. Ese también es un milagro. Y se realizará a través de nosotros, como discípulos de Cristo. Basta con querer vivir nuestro compromiso bautismal con generosidad sabiendo que Cristo está siempre con nosotros.
Autor: P. Clemente González Fuente: Catholic.net