sábado, 19 de julio de 2008

Mansedumbre del Mesías

Mateo 12, 14-21. Tiempo Ordinario. Cristo quiere que podamos descubrir y elegir la Verdad sin imposiciones.

Mateo 12, 14-21 En aquel tiempo, los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra Jesús para ver cómo eliminarle. Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos. Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: "He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza".

Reflexión

Los primeros discípulos tal vez tuvieron la impresión de que Jesús, como cualquier otro Rabbi, deseaba alcanzar fama y poder. Disputó con los cultos y los calló, las muchedumbres lo siguieron y demostró tener poderes increíbles. Después asumió comportamientos muy peculiares como entrar de improviso en las ciudades, retirarse 40 días al desierto para orar solo, mandó a uno que curó que no lo dijera a nadie. Tal vez fue el momento cuando empezaron las dudas de Judas Iscariote, que vio en Cristo a un caudillo liberador de Israel. Pero, a pesar de nuestras humanas ambiciones de fama, éxito y honor no era eso lo que Él buscaba. Los verdaderos actos de la obra de Jesús no pudieron quedar desconocidos por mucho tiempo. Él prefirió no usar su poder de Creador para presentarse ante los hombres como un super-humano. Habría sido excepcionalmente potente. En cambio prefirió seguir la el camino más difícil, de mayor sacrificio, para que el hombre pudiese descubrir y elegir solo la Verdad sin imposiciones. Ha elegido ser el Buen Pastor. ¿Y quiénes somos nosotros, criaturas, para decirle al Creador cómo tiene que comportarse con su creación? Ahora que hemos intuido cuál es su modo de obrar, iniciemos en nuestra vida los cambios necesarios para actuar como Cristo nos pide.

Autor: José Fernández de Mesa Fuente: Catholic.net