domingo, 27 de abril de 2008

Señor, dame fuerza para lo que me pides, y pídeme lo que quieras

Juan 14, 15-21. Pascua. Dios no pide imposibles; sino que hagas lo que puedas y le pidas lo que no puedas.


Juan 14, 15-21


Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros si me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él."


Reflexión


«Si me amáis...» (Jn 14:15-21)


En el Evangelio de hoy nos dice Cristo que si le amamos guardaremos sus mandamientos. Y en una ocasión en que un joven le preguntó lo que hay que hacer para entrar en la vida eterna, Cristo le contestó: «guardar los mandamientos».

Ya dice el refrán español: «Obras son amores, y no buenas razones».

Por eso es absurdo eso de los «católicos no practicantes». El ser católico se demuestra con las obras. ¿Qué diríamos de uno que dijera: «yo soy escritor, pero jamas he escrito una línea». O de otro: «yo soy futbolista, pero jamás he dado una patada a un balón. Hay que ser coherentes.

Los protestantes dicen que para salvarse basta la fe. Pero los católicos decimos que además de la fe son necesarias las buenas obras. Ya lo dice Jesucristo en el Evangelio de hoy, y también lo dice el Apóstol Santiago en su carta (2,26): «La fe sin obras está muerta». El demonio cree en Dios, y está en el infierno.

Tampoco bastan las obras buenas sin la fe. Hay ateos que son buenas personas, pero si no creen en Dios, esas buenas obras no bastan. A no ser que su falta de fe sea inculpable. Pero es difícil que entre nosotros haya personas que no hayan tenido ocasión de informarse sobre la fe. El que no tiene fe por falta de interés en informarse, es responsable de su falta de
fe. Su ignorancia es culpable.

Los mandamientos no son imposiciones caprichosas, sino un exponente de la ley natural; por eso incluso los que se consideran ateos se molestan si se les llama mentirosos o ladrones.

Si todo el mundo los cumpliera, sobrarían todas las cárceles.

El cumplir los mandamientos, a veces, es costoso; pero su cumplimiento perfecciona al hombre. Lo mismo que las ruedas del carro que, aunque pesan, le ayudan a andar; un carro sin ruedas no hay quien lo mueva.

Pero no son imposibles de guardar, con la ayuda de Dios. Decía San Agustín: «Dios no pide imposibles; sino que hagas lo que puedas, le pidas lo que no puedas, y Él te ayudará para que puedas». Y también: «Señor, dame fuerza para lo que me pides, y pídeme lo que quieras».

Autor: P Jorge Loring | Fuente: Catholic.net